Páginas

sábado, 15 de noviembre de 2025

 Las campanas de Córdoba resonaban como presagios bajo un cielo encendido de presagios y fuego. La historia, oculta entre las columnas de mármol y los versos de los poetas, respiraba como un animal herido, esperando el golpe final. En los patios perfumados del califato, donde antes florecían las palabras y los astros dictaban los sueños, ahora se oían susurros de conspiración, pasos furtivos, alianzas selladas con veneno y silencio. El esplendor de Al-Ándalus, aquel jardín del saber que una vez iluminó al mundo, se hallaba al borde del abismo. Los enemigos no llevaban siempre espadas ni estandartes: a veces vestían túnicas de seda y hablaban de justicia, mientras en sus manos escondían la ruina del espíritu. Querían arrancar de raíz la poesía, callar la voz de los sabios, someter a los astrólogos, y hacer que las mentes más brillantes trabajasen solo para el beneficio del poder. En ese tiempo oscuro, cuando las bibliotecas ardían más que las torres de los enemigos, tres figuras se alzaron entre la duda y la esperanza. El califa Abderramán III, símbolo de un imperio que se negaba a morir; la princesa Zaida, heredera de la belleza y la sabiduría de su linaje; y Fátima, la camarera que ocultaba bajo su mirada dulce el acero de una guerrera y la mente de una descifradora de secretos. Mientras las sombras se extendían por los reinos de taifas y el Imperio almohade tejía alianzas invisibles, ellas comprendieron que la verdadera guerra no se libraba por territorios, sino por la memoria. Porque un pueblo sin su palabra es un cuerpo sin alma. Desde las sierras de Arcos de la Frontera hasta las murallas de Córdoba, el destino los arrastraría hacia una batalla donde las espadas chocarían, pero sería la voz de la cultura la que decidiría el porvenir de una civilización. Y en el centro de todo, entre los pliegues del poder y la traición, se ocultaba un nombre —el del traidor—, un rostro que nadie sospechaba, un enemigo que no buscaba oro ni trono, sino el silencio eterno del saber. Este es el relato de cómo Al-Ándalus es




No hay comentarios:

Publicar un comentario