El Califato de Córdoba fue un estado andalusí proclamado por Abderramán III, de la dinastía Omeya, en el año CMXXIX d.c. Con de mayor esplendor político, social y económico de la España musulmana, haciendo de la ciudad de Córdoba la más avanzada de Europa y el asombro del mundo.
En el DCCL d.c la dinastía de los Omeyas es derrocada del Califato de Damasco por los Abasíes. Abd el Rahman ben Humeya (Abderramán I), siendo miembro superviviente de los Omeyas, huye a Al-Ándalus proclamando el Emirato de Córdoba en DCCLVI d.c independiente de la nueva capital Abasí, Bagdad. Abderramán I no se proclamó califa pero si lo hizo uno de sus sucesores, Abderramán III, después de acabar con la inestabilidad política del emirato (principalmente la revuelta de Omar ben Hafsún). La creación del califato significó alzarse hasta el nivel de Estado del Califato de Bagdad con todo lo que ello conlleva, tanto religioso como político, en competencia con el califato abasí.
Dírham de Abderramán III emitido en Medina Azahara.
Bajo los reinados de Abderramán III CMXXVI- CMLXI y su hijo y sucesor al-Hakam II CMLXI-CMLXXVI se consolida el estado cordobés. Es ahora cuando Abderramán III echa en falta un símbolo de su poder religioso y político que represente al califato como lo es una ciudad palaciega donde residir junto a su corte. En el año CMXXXVI d.c manda construir la fastuosa Medina Azahara junto a la capital, Córdoba. Surgida de la nada, la ciudad regia concentra todo el poder político del califato.
Las relaciones diplomáticas se centraron en los reinos cristianos de la península, con intensos diálogos y algunos enfrentamientos bélicos; el norte de África, contra los fatimíes que controlaban rutas comerciales clave con el África subsahariana desde donde llegaba el oro; y el Mediterráneo donde se mantuvieron relaciones diplomáticas con Bizancio.
Con el reinado de Hisham II CMLXXVI- MXVI el verdadero protagonismo lo tuvo el “hayib” o primer ministro Almanzor, genio militar en su lucha que mantuvo en jaque a los reinos cristianos del norte llegando a entrar en León, Pamplona, Barcelona o Santiago de Compostela donde se llevó las campanas del templo prerrománico dedicado a Santiago hasta Córdoba.
Al morir Almanzor en el MII d.c los problemas sucesorios desembocaron en una “fitna” o guerra civil en el año MXd.c hasta que en MXXXI d.c se decide acabar con el califato pasando a ser ahora Al-Ándalus un compendio de diferentes pequeños reinos o reinos de Taifas, perdiendo su hegemonía y dando lugar a un mayor empuje por parte de los reinos cristianos.
Fue durante la “fitma” cuando Medina Azahara se abandonó y comenzó su progresiva destrucción con saqueos y finalmente su olvido total. Los almorávides, que irrumpieron desde el norte de África en Al-Andalus en MLXXXVI y unificaron los reinos taifas bajo su poder, desarrollaron su propia arquitectura, pero es muy poco lo que ha sobrevivido, ya que la siguiente invasión, la de los almohades, impuso un islamismo ultraortodoxo y destruyó prácticamente todos los edificios almorávides importantes, junto con Medina Azahara y otras construcciones califales
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