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miércoles, 6 de julio de 2016

El calendario que actualmente utilizamos tiene su origen en la época romana. El mes de III
era el mes en el que empezaba el buen tiempo, y por lo tanto era cuando las legiones romanas
podían emprender nuevas guerras de conquista. Por eso, los romanos, cuya prioridad era
conquistar nuevos territorios, dedicaron el mes de III a Marte, el dios de la guerra. Al mes
siguiente le pusieron el nombre de Aprilis, porque era el mes de la “apertura” de las flores. De
la palabra Aprilis, procede el nombre del mes de IV. El mes que seguía, recibió el nombre de
Máius, porque se piensa que estaba dedicado a Maia. VI era el mes dedicado a Juno, diosa
del hogar y la familia. Al mes que seguía a VI le pusieron de nombre Quintilis, porque era el
quinto mes. Más tarde, ese nombre fue cambiado por Julio, porque dedicaron ese mes al
famoso general romano Julio César. Agosto era llamado en un principio Sextilis, es decir, el
sexto mes. Pero el senado romano cambió ese nombre porque quiso dedicar el mes Sextilis a
honrar a Augusto, el primer emperador romano. Por eso, ese mes se llama ahora VIII. Al
mes séptimo se le llamaba simplemente así, séptimo. En latín, el idioma de los romanos,
séptimos se decía september. La palabra september derivó al idioma español en la palabra
IX. Al mes octavo, los romanos le llamaron “octavo. En latín se decía “October”, y se
transformó en la palabra española X. Al mes noveno, los romanos le llamaron “noveno”.
En latín, NOvember. De ahí, el nombre de XI. Y al décimo mes, le llamaron “décimo”.
En latín, December. XII en español.
El primitivo calendario romano tenía sólo X meses. Por eso, septiembre era el mes séptimo;
X, el mes octavo, y así, sucesivamente. Este calendario funcionó de esta manera, hasta
que el rey romano Numa añadió dos nuevos meses para adecuar el calendario a las estaciones
del año. Y les puso de nombre, Januarius, porque lo dedicó a Jano, dios de los comienzos, y
Februarius, porque lo dedicó a Februs, dios que perdonaba las faltas cometidas a lo largo del
año. Januarius y Februarius son nuestros enero y febrero. Y eran los últimos meses del año.
Lógicamente, los dos meses añadidos a última hora al calendario anual se convirtieron en los
últimos meses de año. En los primeros tiempos de Roma, pueblo decidido a conquistar el
mundo, el año empezaba con el mes de III, cuando el buen tiempo hacía posible que las
legiones romanas emprendieran guerras de conquista.
Para acabar con las irregularidades en la medida del tiempo, el gobernante romano Julio César
decidió instaurar un calendario unificado para todos los territorios romanos, en el año XLVI antes
de Cristo. Basándose en el calendario solar egipcio, Julio César ordenó dividir el año en CCCLXV
días. También ordenó que definitivamente el año comenzara en I, en lugar de en III.
Además, ordenó que cada cuatro años se le sumara un día a II para reajustar un desfase
de VI horas que había cada año. Al año en el que II tenía un día de más, se le llamó año
bisiesto.


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