La institución del divorcio es casi tan antigua como la del matrimonio. En concreto, en la época
romana, llegó un momento en que si una persona quería divorciarse sólo tenía que faltar tres
noches del lecho conyugal. O más sencillo todavía: si una persona se quería divorciar, le
bastaba con decirlo en voz alta y en público; incluso sin la presencia del marido o la mujer.
Como curiosidad, se dice que CLAUDIO, nada más y nada menos que un emperador, se enteró
de que su esposa MESALINA se había divorciado de él, varios meses después de que ella lo
hubiera dicho en público.
http://adf.ly/1bkDY6
romana, llegó un momento en que si una persona quería divorciarse sólo tenía que faltar tres
noches del lecho conyugal. O más sencillo todavía: si una persona se quería divorciar, le
bastaba con decirlo en voz alta y en público; incluso sin la presencia del marido o la mujer.
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