El latifundio actual proviene del latifundio romano. En latín, la lengua de nuestros antepasados
romanos, latussignifica extenso y fundus finca. Por lo tanto, latifundio significa “finca extensa”.
Al igual que hoy día, en la época romana, existían muchos latifundios o grandes explotaciones
agrícolas en este territorio. Se dice que una de las razones de la existencia de tantos latifundios
era el gran número de ciudades que existían en la Bética. Los romanos no consideraban a un
hombre rico y honorable si ese hombre no poseía tierras como patrimonio, ya que el comercio
era visto como una actividad inferior. Por ello, todo ciudadano que conseguía dinero con
negocios en la ciudad, lo invertía en comprar tierras en el campo. Un ciudadano romano
aumentaba su prestigio a medida que aumentaba la extensión de sus tierras. Estos ciudadanos
ricos, al no ser agricultores de oficio, solían dejar el latifundio al cargo de un capataz, mientras
ellos seguían viviendo en la ciudad. Los dueños del latifundio solo lo visitaban de vez en
cuando, ya fuera par vigilar el negocio, o para pasar unos días alejado del bullicio de la ciudad.

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